sábado, 22 de junio de 2013

Fin de Trayecto



Un tren abandonado 
en el más completo de los silencios
aguarda estos enjambres de caricias 
que se me escurren de las manos.

Tras la opacidad 
de este disfraz 
tejido con palabras,
que siempre pasaron desapercibidas 
por delante de la elegancia de tu talle
como jaurías de nubes blandas
recorriendo sin rumbo fijo
del verano sus largas tardes.

Desde la febril inclemencia y el hastío
que me brinda tu blusa de cielo raso
desabrochándose de mis brazos.

En una estación del olvido
donde enterraremos todos los besos
que antes de nacer en mi boca,
ya habían muerto en tus labios. 

Para que un tren abandonado
en vía muerta siga esperando,
que nuestro viaje sin destino
algún día por fin se lleve a cabo.

                                           (José ángel)



Con esta entrada pongo fin al trayecto 
de este cuaderno de poesía.
Me despido de todos ustedes 
agradeciendo el tiempo que me dedicaron,
sus palabras amables 
y todo el cariño que me brindaron. 

Que nunca les falte la alegría.

 Un fuerte abrazo

          José ángel


 

lunes, 17 de junio de 2013

Recapitulación


En el fondo de su rostro
yace un atisbo de mueca
que no llega, ni de lejos
a categoría de sonrisa.

En el tablón de anuncios
de su corazón,
hoy cerrado por derribo,
se puede leer en una nota
que invita al destierro convenido
y la inminente demolición
que va a llevar a cabo el olvido.

En lo más hondo de su ser
bajo un manto de cenizas
reposan en calma los escombros
de una antigua pasión 
condenada al exilio.

De su alma
cuelga una especie de etiqueta
que indica pausadamente,
y de manera muy escueta,
a qué sabe la ginebra
en la sala de espera
donde se pasa consulta
a esta antigua epidemia;
la capitulación del amor,
que no se vió correspondido.

Bajo una fría losa de piedra,
como línea divisoria
entre la realidad y el deseo,
reza un antiguo epitafio
escrito en la superficie del agua:

"muere de un exceso de silencio...
...ahogado en la ausencia de sus besos"

                                             J. ángel 

   
Yo no hablo de venganzas ni perdones,
el olvido es la única venganza y el único perdón.
 (J.L. Borges) 

jueves, 13 de junio de 2013

Acuse de Recibo (una antigua carta)


                        Alcalá de Henares 27 de Marzo de 2011

    Mi querida compañera, espero y deseo que al recibo 
de la presente se encuentre tan radiante y elocuente 
como la conozco y recuerdo. 
Acabo de leer sus últimas líneas...

A las que me suscribo con voluntad de hierro 
y acuse de recibo. Y como no voy de visita por su vida, 
ya que me quedo en el aire que usted respira... 
quiero decirle que me gustaría instalarme, 
pero sin hacer mucho ruido, sin que sea tormenta 
mi leve presencia. 

Como si se tratase de una nueva alianza fundada en 
este preciso momento. Con la vocación de perseguir 
cada uno de los acentos que usted no pronuncia... 
y todos, y cada uno de los roces frescos que nuestro 
terco deseo ya no limita.

Este que nos ha llevado a subrayar tantos instantes 
intensamente subdivididos. En los que el choque 
breve de su respiración con la mía ha ido tejiendo 
este sentimiento denso de roces lentos, 
de piel contra piel... 
materia viva que se va leyendo despacio, 
que sumerge el tiempo y lo paraliza. 
En un estanque eterno de pasión encendida y de gotas 
de aire que rocían la herida y la cauterizan.

Es por todo esto que le digo, 
sin miedo a equivocarme, que a su voluntad 
me suscribo con el pulso firme en este 
acuse de recibo. Sin otro particular, 
se despide invitándole a entrar en un manojo de 
sueños, quien bien le anhela y percibe.

                                                                       J.angel)

miércoles, 5 de junio de 2013

Leves Reflejos


Para que tú vayas viendo...
cómo se va secando mi aliento
y se va cubriendo de arena,

un día decidí escribir.

Para que me vieras de lejos

en este padecimiento,
angustia de una angosta herida
que dió a luz este lento morir de barro.
Breve biopsia del alma dormida

que puedes desvelar entre las líneas.

Para que me vayas viendo
fui desempañando en este espejo
leves reflejos de tu sintonía.
En un acento circunspecto
que no entiende la psicología.

Semitonos suspendidos en el eco
de tu enhiesta morfología,
blanda esencia que guardas con recelo
tras las tibias aguas cristalinas
que aguardan mansas en las simas

con que me tallaron tus pupilas.

Para irte viendo...
y acercarme con sigilo de niebla
al brillo memorable de tu ser,
no dudé en sumergirme

por primera vez
en tus arenas movedizas.

Ahora soy un hombre hecho de arcilla
que es camino que busca la alegría
en los tallos de tus tobillos
y la porcelana de tus manos.

Y a tus pies despliego
toda esta cruda orfebrería
de barro
que desea volverte de lo mismo.
Ovillando 
con los restos del mañana
un anillo entre tus nudillos de lana
para que almacenes en la humedad de tus labios
todas mis ganas de besarte.

Alianza que ando tatuando en tu piel
con las trazas que me quedan de tu miel.
Y así sabernos presos sin cadenas,
en la dulce condena de la luz eterna
que derraman tus ojos errantes
frente a este espejo de luna llena.

Que no es más que la sombra
de una mirada serena.
Que te busca
¿desde por qué?

Desde saber quién eres
cuando nadie te ve.


                                             josé ángel


sábado, 1 de junio de 2013

En Plena Incineración

Si la caricia de tu voz
pasara a visitarme en alguna ocasión...
quizás me pillara abrazado a tu respiración,
en alguna de las noches
en las que contemplo tu desaparición.

Tal vez si apareciera de pronto,
mientras ando trepando por las cosas que me haces,
esas que voy envolviendo en pequeños tarros
que guardo en la despensa de mi corazón;
por si acaso...
Si la caricia de tu voz me visitase
en plena incineración...

A lo mejor consintiera
que me siguieras robando más leña
tan solo por oirla crujir en tus manos.
Y si te reconociera rondando mis planes,
acomodada en la huella
que me lleva por tus arrabales.

Si te divisara paseando
por mis brasas pertinaces,
o en tu pensamiento barajaras la idea
de ofrecerme las credenciales
de las cosas que aún no me haces...

Si te adivinara dudando,
sobre si ofrecerme o no
el mapa que me alejara
de tu periferia...
...para cogerme de la mano y llevarme,
donde tan solo tú sabes...
Y si te vieras, al mirarme.

Si acaso te descubriera
envolviendo alguna luna
que fuera nuestra por una noche,
o al menos una estrella...
aunque hubiera sido fugaz,
o tan solo una chispa de luz...
de esas que me sobran
cuando me veo, al mirarte.

Si te pillara atesorando todo esto
en pequeños tarros,
para guardarlos en un oscuro cajón
dentro de los dominios de tu habitación,
lejos de los designios de la razón.

Quizás me atreviera a preguntarte
sin el menor atisbo de rubor.

¿Por qué no lo intentamos?
¿Por qué no somos el cambio que queremos ver?
¿Por qué no hacemos una vida...
...con la vida que nos queda?

                                                                                josé ángel


O tal vez no me atreviera...
por el miedo a la respuesta de un jamás.




domingo, 26 de mayo de 2013

Certificado de Idoneidad


Hay que abolir sin temor a los remordimientos
este sencillo refugio de soñarte,
amueblarlo con los restos del naufragio
y resguardarlo del oleaje.

Debiera ser capaz de desenfocarte
y esforzarme con denodado coraje
para desahuciarte de mis pensamientos.

Olvidar este apetito voraz
con el que he intentado domesticarte.
Otorgarme el privilegio
de un certificado de idoneidad
que reivindique mi derecho a equivocarme.

Y me ratifique un periodo de abstinencia
con el que poder atestiguar con total impunidad
el exilio al que me ha condenado tu cuerpo.
Para fijar mi nueva residencia
en este adusto cementerio de versos.
Donde poder deambular con cierta inmunidad
y sin miedo a despertar de espaldas a la realidad
en los jardines donde se arraigó tu silencio.

Recuperarme de la parada cardíaca
de la desaparición de tus besos.
Abrazarme a la respiración artificial
y regar a diario las flores de plástico 
que relumbran sobre mi ventanal.

Abandonar aquel refugio de soñarte,
amueblarlo con los restos del naufragio
y resguardarlo del pasado
con una recia capa de amianto.

Concederme una nueva oportunidad
que reivindique mi derecho
de volver a perderme en el abismo.
Donde solo queda la humildad
de convertirme en la mejor compañía
que me puedo ofrecer a mí mismo.

                                                                                                     Otto..)



Es que los sueños son pura ilusión

sábado, 18 de mayo de 2013

Olor a Tierra Mojada


Serena y atenta aguarda paciente
con el gesto inerte de quien ya nada espera.
La mirada se escapa ajena al roce silente
del tiempo que empapa su mala memoria...
que no olvida nada.

Serena y concreta se arroja valiente
al precipicio de las vertientes 
de sus manos vacías,
que se fueron erosionando 
con el tenue trote de sus palabras.
Para derramarse por el ángulo muerto
donde ya nadie la ve.

Justo ese ángulo que hace esquina
con la casualidad conveniente
que se disfraza de terca doctrina
de la que no se vende en farmacia,
para resolver esta ecuación emergente
con ingenio y eficacia.

Estirpando de su frente
el frío de las ventanas
y arrancando de su voz
el suspiro de aquella incógnita que la torturaba.
Ejerciendo así como un antídoto eficaz
capaz de despertar el recuerdo
del olor a tierra mojada.

Atenta y paciente contempla expectante
el filo que coincide con los vértices
de sus brazos vencidos.
Fruto del humilde coraje
de quien se desnuda de versos
para vestirse de esperanza.

Derramarse sin pausa
en el algoritmo del linaje
de una espera aséptica
que ponga punto y final
a esta terrible tempestad.

Y la bese como un vendaval
que venga a inundar su mala memoria,
tatuando en sus labios la estructura
del tibio sabor de la gloria.
Para convertirse en aire que la recorra
desde las lindes de su cintura 
hasta los bordes de su respiración.
Siendo capaz de cambiar,
como si se tratase de una bendición,
lo poco que le quedaba de cordura
por el olor que desprende la tierra mojada
cuando la vuelve a acariciar el sol.

                                                 Otto..) 


 

Soñé que eras un personaje literario
que venía a calmar toda mi sed,
atónito ante el alarmante itinerario
de tus pestañas invitándome a tu desnudez.